jueves, 17 de julio de 2008

Biografía de Joseph Conrad

Fecha y lugar de nacimiento: Nació en 1857 en Berdichev, PoloniaFalleció el 3 de agosto de 1924 en Bishopsbourne, UK
Vida y obras de Joseph Conrad:
Novelista británico de origen polaco, considerado como uno de los grandes escritores modernos en lengua inglesa, su obra explora la vulnerabilidad y la inestabilidad moral del ser humano.
Nació en Berdichev, Polonia (actualmente en Ucrania), y su padre era un noble polaco de quien heredó el amor a la literatura. Cuando niño, su padre, escritor liberal y nacionalista polaco, fué enviado al exilio al norte de Rusia junto con su familia, por su intervención en la insurrección polaca de 1863.
Huérfano a los 12 años, vivió en Cracovia con un tío, pero a los 17 se marchó a Marsella y se embarcó como marinero.
Durante cuatro años navegó en barcos mercantes franceses por Suramérica, India, Borneo, África, Australia e Inglaterra, donde desembarcó por primera vez en 1878 e ingresó en la Marina Real, de la cual llegó a ser capitán mercante.
Luchó en España durante las guerras carlistas en las tropas de don Carlos y estuvo al borde del suicidio por una historia de amor. Obtuvo la nacionalidad británica en 1886; al cabo de unos años cambió su nombre polaco, Teodor Józef Konrad Korzeniowski, para que sonara más inglés.
A los 38 años se retiró de la Marina y se dedicó a escribir. Conoció a John Galsworthy, Rudyard Kipling, Henry James, Georg Bernard Shaw y Bertrand Russell. Sus experiencias, especialmente en el archipiélago malayo y en el río Congo durante 1890, aparecen en sus relatos, escritos en inglés, que era su cuarta lengua tras el polaco, el ruso y el francés.
Publicó su primera novela y contrajo matrimonio con Jessie George durante 1895. Sus novelas, que narran aventuras de la vida marina, sedujeron al público inglés no sólo por la novedad del tema sino por la maestría en la narración y en el uso del lenguaje. Sus personajes son hombres con categoría de héroes que se enfrentan a su condición y límites humanos, desafiando el mal o la corrupción, en su búsqueda de ideales supremos.
Su vida está marcada por la aventura y por el sufrimiento que le producía la gota, así como la parálisis de su mujer y los exiguos ingresos que obtenía de su trabajo.
Escribió 13 novelas, dos libros de memorias y 28 relatos cortos. Su novela Nostromo (1904), esta considerada por muchos críticos como su obra maestra. Sus relatos tratan de la condición humana y la lucha del individuo entre el bien y el mal. Frecuentemente el narrador es un marino retirado -posiblemente el alter ego de Conrad, puesto que algunas de sus novelas se consideran autobiográficas; como su primera obra publicada, La locura de Almayer (1895, Almayer's folly) y casi todas reflejan cierta tristeza. Su estilo es rico y vigoroso.
Una de sus novelas más populares es Lord Jim (1900), en la que un hombre se pasa la vida intentando expiar su cobardía durante un naufragio ocurrido en su juventud. La discriminación racial inspira El negro del "Narcissus" (1897, The Nigger of the "Narcissus"), una compleja historia sobre una tormenta en el Cabo de Buena Esperanza y un enigmático marino negro, y Un vagabundo de las islas (1896, An Outcast of the Islands).
Otras obras suyas son: Juventud (1902), Tifón (1903, Typhoon), El espejo del mar (1906), El agente secreto (1907), sobre los anarquistas londinenses; Bajo la mirada de Occidente (1911), Victoria (1915), ambientada en los mares del sur o La línea de sombra (1917). El relato El corazón de las tinieblas (1902), que revela las aterradoras profundidades de la corruptibilidad humana, es una de sus historias más conocidas, y en ella se basaría Francis Ford Coppola para filmar Apocalypse Now.
Murió en Bishopsbourne, cerca de Canterbury, el 3 de agosto de 1924.
Obras escogidas:
La locura de Almayer (1895)
Un vagabundo de las islas (1896)
El negro del "Narcissus" (1897)
Tales of unrest (1898) (en inglés)
Lord Jim (1900)
Los herederos (1901)
El corazón de las tinieblas (1902)
Juventud (1902)
Tifón (1903)
Nostromo (1904)
El espejo del mar (1906)
El agente secreto (1907)
El copartícipe secreto (1910)
Bajo la mirada de Occidente (1911)
Entre tierra y mar (1912)
Azar (1913)
Victoria (1915)
La línea de sombra (1917)
La flecha de oro (1919)
El alma del guerrero (1920)
El rescate (1920)
Collected letters (1986) (en inglés)
Diario del Congo (1995)
Freya, la de las siete islas (1999)
El pirata
Con la soga al cuello
Los duelistas
Filmografía en DVD:
· El hombre que vino del mar, dir. Beeban Kidron (1997)
· Alien, el octavo pasajero, dir. Ridley Scott (1979)
· Apocalypse Now, dir. Francis Ford Coppola (1979)
· Los duelistas, dir. Ridley Scott (1977)
· Lord Jim, dir. Richard Brooks (1965)
· Sabotage, dir. Alfred Hitchcock (1936

Cuento "La pata de mono"

Prácticas del lenguaje. 1° 1° E.S.B T

La pata de mono. W.W. Jabobs, 1902

La noche era fría y húmeda, pero en la pequeña sala de Laburnum Ville, los postigos estaban cerrados y el fuego ardía vivamente. Padre e hijo jugaban al ajedrez, el primero tenía ideas personales sobre el juego y ponía al rey en tan desesperados e inútiles peligros, que provocaba el comentario de la vieja señora que tejía plácidamente junto a la chimenea.
- Oigan el viento- dijo el señor White: había cometido un error fatal y trataba de que su hijo no lo advirtiera.
- Lo oigo- dijo éste moviendo implacablemente la reina. –Jaque.
- No creo que venga esta noche- dijo el padre con la mano en el tablero.
- Mate- contestó el hijo.
- Esto es lo malo de vivir tan lejos- vociferó el señor White con imprevista y repentina violencia-. De todos los barriales, este es el peor. El camino es un pantano. No sé en qué piensa la gente. Como hay sólo dos casas alquiladas, no les importa.
- No te aflijas, querido- dijo suavemente su mujer- ganarás la próxima.
El señor White alzó la vista y sorprendió una mirada de complicidad entre madre e hijo. Las palabras murieron en sus labios y disimuló un gesto de fastidio.
- Ahí viene- dijo Herbert White al oír el golpe en el portón y unos pasos que se acercaban. Su padre se levantó con apresurada hospitalidad y abrió la puerta: lo oyeron condolerse con el recién venido.
Luego entraron. El forastero era un hombre fornido, con los ojos salientes y la cara rojiza.
- El Sargento Mayor Morris- dijo el señor White presentándolo. El Sargento les dio la mano, aceptó la silla que le ofrecieron y observó con satisfacción que el dueño de casa traía whisky y unos vasos y ponía una pequeña pava de cobre sobre el fuego.
Al tercer vaso, le brillaron los ojos y empezó a hablar. La familia miraba con interés a ese forastero que hablaba de guerras, de epidemias y de pueblos extraños.
- Hace veintiún años- dijo el señor White sonriendo a su mujer y a su hijo.-. Cuando se fue era apenas un muchacho. Mírenlo ahora.
- No parece haberle sentado tan mal- dijo la señora White amablemente.
- Me gustaría ir a la India- dijo el señor White-. Sólo para dar un vistazo.
- Mejor quédese aquí- replicó el Sargento moviendo la cabeza. Dejó el vaso y suspirando levemente volvió a sacudir la cabeza.
- Me gustaría ver esos viejos templos y faquires y malabaristas- dijo el señor White- ¿Qué fue, Morris, lo que usted empezó a contarme los otros días, de una pata de mono o algo por el estilo?
- Nada- contestó el soldado, apresuradamente- Nada que valga la pena oír.
- ¿Una pata de mono?- preguntó la señora White.
- Bueno, es lo que se llama magia, tal vez- dijo con desgano el Sargento.
Sus tres interlocutores lo miraron con avidez. Distraídamente, el forastero llevó la copa vacía a los labios: volvió a dejarla. El dueño de casa la llenó.
- A primera vista, es una patita momificada que no tiene nada de particular- dijo el Sargento mostrando algo que sacó del bolsillo.
La señora retrocedió con una mueca. El hijo tomó la pata de mono y la examinó atentamente.
- ¿Y qué tiene de extraordinario?- preguntó el señor White quitándosela a su hijo, para mirarla.
- Un viejo faquir le dio poder mágico- dijo el Sargento Mayor- un hombre muy santo…Quería demostrar que el destino gobierna la vida de los hombres y que nadie puede oponérsele impunemente. Le dio este poder: tres hombres pueden pedirle tres deseos.
Habló tan seriamente que los otros sintieron que sus risas desentonaban.
- Y usted ¿Por qué no pide las tres cosas?- preguntó Herbert White.
El sargento lo miró con tolerancia.
- Las he pedido- dijo y su curtido rostro palideció.- ¿Realmente se cumplieron los tres deseos?- preguntó la señora White.
- - Se cumplieron- dijo el Sargento.
- ¿Y nadie más pidió?- insistió la señora.
- Si, un hombre. No sé cuales fueron las dos primeras cosas que pidió, la tercera fue la muerte. Por eso entré en posesión de la pata de mono.
Habló con tanta gravedad que produjo silencio.
- Morris, si obtuvo sus tres deseos, ya no le sirve el talismán- dijo, finalmente el señor White- ¿Para qué la guarda?
El Sargento sacudió la cabeza.
- Probablemente he tenido, alguna vez, la idea de venderlo, pero creo que no lo haré. Ya ha causado bastantes desgracias. Además, la gente no quiere comprarlo. Algunos sospechan que es un cuento de hadas, otros quieren probarlo primero y pagarlo después.
- Y si a usted le concedieran tres deseos más- dijo el señor White- ¿Los pediría?
- No sé- contestó el otro- no sé.
Tomó la pata de mono, la agitó entre el pulgar y el índice y la tiró al fuego. White la recogió.
- Mejor que se queme- dijo con solemnidad el Sargento.
- Si usted no la quiere Morris, démela.
- No quiero- respondió terminantemente-. La tiré al fuego; si la guarda, no me eche las culpas de lo que pueda suceder. Sea razonable, tírela.
El otro sacudió la cabeza y examinó su nueva adquisición. Preguntó:
-¿Cómo se hace?
- Hay que tenerla en la mano derecha y pedir los deseos en voz alta. Pero le prevengo que debe temer las consecuencias.
- Parece de Las mil y una noches- dijo la señora White. Se levantó a preparar la mesa-. ¿No le parece que podrían pedir para mi otro par de manos?
El señor White sacó del bolsillo el talismán; los tres se rieron al ver la expresión de alarma del Sargento.
- Si está resuelto a pedir algo- dijo agarrando el brazo de White- pida algo razonable.
El señor White guardó en el bolsillo la pata de mono. Invitó a Morris a sentarse a la mesa. Durante la comida el talismán fue, en cierto modo, olvidado. Atraídos, escucharon nuevos relatos de la vida del Sargento en la India.
- Si en el cuento de la pata de mono hay tanta verdad como en los otros- dijo Herbert cuando el forastero cerró la puerta y se alejo con prisa, para alcanzar el tren-, no conseguiremos gran cosa.
- ¿Le diste algo?- preguntó la señora mirando atentamente a su marido.
- Una bagatela- contestó el señor White, ruborizándose levemente-. No quería aceptarlo, pero lo obligué. Insistió en que tirara el talismán.
- Sin duda- dijo Herbert con fingido horror- seremos felices, ricos y famosos. Para empezar, tienes que pedir un imperio, así no estarás dominado por tu mujer.
El señor White sacó del bolsillo el talismán y lo examinó perplejo.
- No se me ocurre nada para pedirle- dijo con lentitud- Me parece que tengo todo lo que deseo.
- Si pagaras la hipoteca de la casa serías feliz ¿No es cierto?- dijo Herbert poniéndole la mano sobre el hombro- Bastará con que pidas doscientas libras.
- El padre sonrió avergonzado de su propia credulidad y levantó el talismán; Herbert puso una cara solemne y tocó en el piano unos acordes graves.
- Quiero doscientas libras- pronunció el señor White.
Un gran estrépito del piano contestó a sus palabras.
El señor White dio un grito. Su mujer y su hijo corrieron hacia él.
- Se movió- dijo mirando con desagrado el objeto y lo dejó caer-. Se retorció en mi mano, como una víbora.
- Pero yo no veo el dinero- observó el hijo, recogiendo el talismán y poniéndolo sobre la mesa-. Apostaría que nunca lo veré.
- Habrá sido tu imaginación, querido- dijo la mujer mirándolo ansiosamente.
Sacudió la cabeza.
- No importa. No ha sido nada. Pero me dio un susto.
Se sentaron junto al fuego y los dos hombres acabaron de fumar sus pipas. El viento era más fuerte que nunca. El señor White se sobresaltó cuando se golpeó una puerta en los pisos altos. Un silencio inusitado y deprimente los envolvió hasta que se levantaron para ir a acostarse.
- Se me ocurre que encontrarás el dinero en una gran bolsa, en el medio de la cama- dijo Herbert la darles las buenas noches-. Una aparición horrible, agazapada encima del ropero, te acechará cuando estés guardando tus bienes ilegítimos.
Ya solo, el señor White se sentó en la oscuridad, y miró las brasas, y vio caras en ellas. La última era tan simiesca, tan horrible, que la miró con asombro; se rió, molesto y buscó en la mesa su vaso de agua para echárselo encima y apagar la brasa; sin querer tocó la pata de mono; se estremeció, limpió la mano en el abrigo y subió a su cuarto.
A la mañana siguiente, mientras tomaba el desayuno en la claridad del sol invernal, se rió de sus temores. En el cuarto había un ambiente de prosaica salud que faltaba la noche anterior; y esa pata de mono, arrugada y sucia, tirada sobre el aparador, no parecía terrible.
- Todos los viejos militares son iguales- dijo la señora White-. ¡Qué idea la nuestra, escuchar esas tonterías! ¿Cómo puede creerse en talismanes, en esta época? Y si consiguieran las doscientas libras, ¿Qué mal podrían hacerte?
- Pueden caer de arriba y lastimarle la cabeza- dijo Herbert.
- Según Morris, las cosas ocurrían con tanta naturalidad que parecían coincidencias- dijo el padre.
- Bueno, no vayas a encontrarte con el dinero antes de mi vuelta- dijo Herbert levantándose de la mesa-. No sea que te conviertas en un avaro y tengamos que repudiarte.
La madre se rió, lo acompañó hasta afuera y lo vio alejarse por el camino; de vuelta a la mesa del comedor, se burló de la credulidad del marido. Sin embargo cuando el cartero llamó a la puerta, corrió a abrirla y cuando vio que sólo traía la cuenta del sastre, se refirió con cierto malhumor a los militares de costumbres intemperantes.
- Me parece que Herbert tendrá tema para sus bromas- dijo al sentarse.
- Sin duda- dijo el señor White-. Pero, a pesar de todo, la pata se movió en mi mano. Puedo jurarlo.
- Habrá sido en tu imaginación- dijo la señora White.
- Afirmo que se movió. Yo no estaba sugestionado. Era…¿Qué sucede?
Su mujer no contestó. Observaba los misteriosos movimientos de un hombre que rondaba la casa y no se decidía a entrar. Notó que el hombre estaba bien vestido y que tenía galera nueva y reluciente; pensó en las doscientas libras. El hombre se detuvo tres veces en el portón, por fin se decidió a llamar. Apresuradamente, la señora White se quitó el delantal y lo escondió debajo del almohadón de la silla.
Hizo pasar al desconocido. Este parecía incómodo. La miraba furtivamente, mientras ella le pedía disculpas por el desorden que había en el cuarto y por el guardapolvo del marido. La señora esperó cortésmente que les dijera el motivo de la visita; el desconocido estuvo un rato en silencio.
- Vengo de parte de Maw & Meggins- dijo por fin. La señora White tuvo un sobresalto.
- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿Le ha sucedido algo a Herbert?
Su marido se interpuso.
- Espera, querida. No te adelantes a los acontecimientos. Supongo que usted no trae malas noticias, señor-. Y lo miró patéticamente.
- Lo siento- empezó el otro.
- ¿Está herido?-. preguntó, enloquecida, la madre.
El hombre asintió.
- Mal herido- dijo pausadamente-. Pero no sufre.
- Gracias a Dios- dijo la señora White, juntando las manos. Gracias a Dios.
Bruscamente comprendió el sentido siniestro que había en la seguridad que le daban y vio la confirmación de sus temores, en la cara significativa del hombre. Retuvo la respiración, miró a su marido que parecía tardar en comprender, y le tomó la mano temblorosamente. Hubo un largo silencio.
- Lo agarraron las máquinas- dijo en voz baja el visitante.
- Lo agarraron las máquinas- dijo el señor White, aturdido.
Se sentó, mirando fijamente por la ventana; tomó la mano de su mujer, la apretó en la suya, como en sus tiempos de enamorados.
- Era el único que nos quedaba- le dijo al visitante-. Es duro.
El otro se levantó y se acercó a la ventana.
- La compañía me ha encargado que le exprese sus condolencias por esta gran pérdida- dijo sin darse vuelta. Le ruego que comprenda que soy tan sólo un empleado y que obedezco a las órdenes que me dieron.
No hubo respuesta. La cara de la señora White estaba lívida.
- Se me ha comisionado para declararles que Maw & Meggins niegan toda responsabilidad en el accidente- prosiguió el otro-. Pero en consideración a los servicios prestados por su hijo, le remiten una suma determinada.
El señor White soltó la mano de su mujer y, levantándose, miró con terror al visitante. Sus labios secos pronunciaron la palabra: ¿Cuánto?
- Doscientas libras- fue la respuesta.
Sin oír el grito de su mujer, el señor White sonrió levemente, extendió los brazos, como un ciego, y se desplomó, desmayado.
En el cementerio nuevo, a unas dos millas de distancia, marido y mujer dieron sepultura a su muerto y volvieron a la casa transidos de sombra y de silencio.
Todo pasó tan pronto que al principio casi no lo entendieron y quedaron esperando alguna otra cosa que les aliviara el dolor. Pero los días pasaron y la expectativa se transformó en resignación, esa desesperada resignación de los viejos, que algunos llaman apatía. Pocas veces hablaban, porque no tenían nada para decirse, sus días eran interminables hasta el cansancio.
Una semana después, el señor White, despertándose bruscamente en la noche, estiró la mano y se encontró solo. El cuarto estaba a oscuras; oyó, cerca de la ventana un llanto contenido. Se incorporó en la cama para escuchar.
- Vuelve a acostarte- dijo tiernamente-. Vas a tomar frío.
- Mi hijo tienen más frío- dijo la señora White y volvió a llorar.
Los sollozos se desvanecieron en los oídos del señor White. La cama estaba tibia, y sus ojos pesados de sueño. Un despavorido grito de su mujer lo despertó.
- La pata de mono- gritaba desesperadamente- la pata de mono.
El señor White se incorporó alarmado.
- ¿Dónde? ¿Dónde está? ¿Qué sucede?
Ella se acercó:
- La quiero. ¿No la has destruido?
- Está en la sala, sobre la repisa- contestó asombrado-. ¿Por qué la quieres?
Llorando y riendo se inclinó para besarlo, y le dijo histéricamente:
- Sólo ahora he pensado…¿Por qué no he pensado antes? ¿Por qué tu no pensaste?
- ¿Pensaste en qué?- preguntó.
- En los otros dos deseos- respondió enseguida-. Sólo hemos pedido uno.
- ¿No fue bastante?
- No- gritó ella triunfalmente-. Le pediremos otro más. Búscala pronto y pide que nuestro hijo vuelva a la vida.
El hombre se sentó en la cama, temblando.
- Dios mío, estás loca.
- Búscala pronto y pide- le balbuceó- ¡Mi hijo! ¡Mi hijo!
El hombre encendió la vela:
- Vuelve a acostarte. No sabes lo que estás diciendo.
- Nuestro primer deseo se cumplió. ¿Por qué no hemos de pedir el segundo?
- Fue una coincidencia.
- Búscala y desea- gritó con exaltación la mujer.
El marido se dio vuelta y la miró.
- Hace diez días que está muerto y además- no quiero decirte otra cosa- lo reconocí por el traje. Si ya entonces era demasiado horrible para que lo vieras.
- Tráemelo- gritó la mujer arrastrándolo hacia la puerta-. ¿Crees que temo al niño que he criado?
El señor White bajó en la oscuridad, entró en la sala y se acercó a la repisa. El talismán estaba en su lugar. Tuvo miedo que el deseo todavía no formulado trajera a su hijo hecho pedazos, antes que él pudiera escaparse del cuarto. Perdió la orientación. No encontraba la puerta. Tanteó alrededor de la mesa y a lo largo de pared y de pronto se encontró en el zaguán con el maligno objeto en la mano.
Cuando entró en el dormitorio, hasta la cara de su mujer le pareció cambiada. Estaba ansiosa y blanca y tenía algo sobrenatural. Le tuvo miedo.
- Pídelo- gritó con violencia.
- Es absurdo y perverso- balbuceó.
- Pídelo – repitió la mujer.
El hombre levantó la mano:
- Deseo que mi hijo viva de nuevo.
El talismán cayó al suelo. El señor White siguió mirándolo con terror. Luego, temblando, se dejó caer en una silla mientras la mujer se acercó a la ventana y levantó la cortina. El hombre no se movió de ahí, hasta que el frío del alba lo traspasó. A veces miraba a su mujer, que estaba en la ventana. La vela se había consumido; hasta apagarse, proyectaba en las paredes y el techo sombras vacilantes.
Con un inexplicable alivio ante el fracaso del talismán, el hombre volvió a la cama: un minuto después, la mujer, apática y silenciosa, se acostó a su lado.
No hablaron, escuchaban el latido del reloj. Crujió un escalón. La oscuridad era opresiva; el señor White juntó coraje, encendió un fósforo y bajó a buscar una vela.
Al pie de la escalera el fósforo se apagó. El señor White se detuvo para encender otro, simultáneamente resonó un golpe furtivo, casi imperceptible, en la puerta de entrada.
Los fósforos cayeron. Permaneció inmóvil, sin respirar, hasta que se repitió el golpe. Huyó a su cuarto y cerró la puerta. Se oyó un tercer golpe.
- ¿Qué es eso?- grito la mujer.
- Una laucha- dijo el hombre. Una laucha. Se me cruzó en la escalera.
La mujer se incorporó. Un fuerte golpe retumbó en toda la casa.
- ¡Es Herbert! ¡Es Herbert!-. La señora White corrió hacia la puerta, pero su marido la alcanzó.
- ¿Qué vas a hacer?- le dijo ahogadamente.
- ¡Es mi hijo! ¡Es Herbert!- gritó la mujer, luchando para que la soltaran- me había olvidado que el cementerio está a dos millas. Suéltame, tengo que abrir la puerta.
- Por amor de Dios, no lo dejes entrar- dijo el hombre temblando.
- ¿Tienes miedo de tu propio hijo?- gritó-. Suéltame. Ya voy, Herbert, ya voy.
Hubo dos golpes más. La mujer se libró y huyó del cuarto. El hombre la siguió y la llamó, mientras bajaba la escalera. Oyó el ruido de la tranca de abajo; oyó el cerrojo; y luego, la voz de la mujer, anhelante.
_ La tranca- dijo. No puedo alcanzarla.
Pero el marido, arrodillado, tanteaba el piso, en busca de la pata de mono.
- Si pudiera encontrarla antes de que eso entrara…
Los golpes volvieron a resonar en toda la casa. El señor White oyó que su mujer acercaba una silla; oyó el ruido de la tranca al abrirse; en ese mismo instante encontró la pata de mono, y frenéticamente, balbuceó el tercer y último deseo.
Los golpes cesaron de pronto, aunque los ecos resonaban aún en la casa. Oyó retirar la silla y abrir la puerta. Un viento helado entró por la escalera; y un largo y desconsolado alarido de su mujer le dio valor para correr hacia ella y luego hasta el portón. El camino estaba desierto y tranquilo.

domingo, 29 de junio de 2008

El burro, la mesa y el palo

1º 1º. Prácticas del Lenguaje. Prof. Rafael Fagonde


La mesa, el burro y el palo

Un sastre muy pobre tenía tres hijos y una cabra. La cabra les daba su leche y ese era todo su alimento. Pero era necesario llevarla todos los días a pastar donde hubiera buenos pastos y los muchachos se turnaban.
Un día, el mayor la llevó junto a la iglesia, donde había fino césped, y allí comió la cabra hasta hartarse. Cuando regresaron a la casa, al preguntarle el sastre a su hijo si la cabra había comido bien, éste respondió que sí, tal como el animal se lo había dicho. Pero al llevar el padre a la cabra al establo, le hizo la misma pregunta, y la cabra respondió:

Nada me había dejado
En ese campo pelado…

El sastre se enojó mucho porque su hijo mayor no había llevado a la cabra donde debía, y lo echó de la casa.
Al siguiente día ocurrió lo mismo con el segundo hijo.
La cabra salió con él, comió hasta hartarse, y cuando el sastre la llevó al establo, contestó de igual manera. Y el padre indignado echó de la casa a su segundo hijo.
Y cuando el hijo menor la llevó a un extenso prado de ricos pastos y la cabra comió bien hasta hartarse, volvió la malvada a contestar al sastre:

Nada me había dejado
En ese campo pelado…

El sastre echó de la casa al tercer hijo y se quedó solo con la cabra.
Tocóle a él el turno de llevarla a pastar, y la cabra comió a más y mejor. Y cuando el sastre, por curiosidad, le preguntó si había comido bien,¡La cabra tuvo la misma respuesta!
Entonces el sastre furioso, tomó sus tijeras y le rapó la cabeza, no sin antes darle una buena paliza.
La cabra huyó sin dejar rastros.
Y el sastre se quedó totalmente solo, muy apenado por sus hijos; pera ya nada podía hacer. Ni siquiera sabía dónde estaban.
Veamos qué había sido de ellos.
El mayor fue a parar a casa de un carpintero, en cuyo taller aprendió el oficio. Y cuando al cabo de unos años se despidió de su maestro, éste le regaló una mesita.
Parecía una mesita común, pero según le explicó el carpintero, era una mesa encantada.
Cuando se le decía:”Mesa, Cúbrete”, se ponía un mantel y se cubría de ricos manjares.
Y el joven se fue a recorrer el mundo con la mesa a cuestas.
Al cabo de un tiempo, sintió deseos de ver a su padre, y emprendió el camino del hogar. Pasó una noche junto a una posada iluminada, y entró allí para descansar.
La sala de la posada estaba llena de gente, viajeros que acababan de llegar y que lo invitaron a comer con ellos.
- Gracias- dijo el joven-. Pero seré yo quien los invite.
Todos se echaron a reír, pero dejaron de hacerlo cuando el muchacho puso su mesa en medio y dijo: “mesa, cúbrete”, e inmediatamente aparecieron sobre ella los platos más exquisitos.
El posadero abrió mucho los ojos al ver aquel milagro, y pensó que no le vendría mal tener esa mesa en su posada.
Y cuando todos se fueron a dormir, bajó del desván una mesita parecida que él tenía, y con mucha cautela la cambió por la del joven.
El muchacho partió al día siguiente sin advertir el cambio. Siguió su camino y llegó por fin a casa de su padre que se puso muy contento de verlo.
Contóle el muchacho que se había hecho carpintero y que su maestro le había regalado una mesa maravillosa.
-Ya la verás- le dijo a su padre, que no quería creerlo.
Invitaron a los vecinos, y cuando todos estuvieron reunidos, dijo el muchacho: “Mesa, cúbrete”.
Nada ocurrió, y los vecinos se burlaron de él, volviendo a sus casas sin comer.
El sastre movió la cabeza y siguió cosiendo, en tanto que su hijo, perdida aquella riqueza, consiguió trabajo con otro maestro carpintero.
El segundo de los hijos había ido a parar a casa de un molinero. Y cuando el joven terminó el aprendizaje, su maestro le regaló un burro, aparentemente tan débil que no servía ni para llevar la más pequeña carga.
- Pero es mágico- le explicó el molinero-. Si le pones una bolsita bajo el hocico y le dices: “burrito de seda, dame una moneda”, escupe tantas monedas de oro como le pidas. Puedo asegurarte que no se cansa nunca.
Y allá partió el muchacho con su burro mágico, y siempre encontró ayuda con el noble animal.
Un día sintió deseos de ver a su padre y emprendió el camino a casa. Y pasó por la misma posada donde estuviera su hermano.
Como se empeñara solamente él de ocuparse de su burro, el posadero lo espió y vio que en su establo el burro escupía monedas de oro que el joven guardó para pagar su alojamiento.
Ni corto ni perezoso, esperó la noche el posadero y cambió el burro por otro común.
Cuando llegó a casa de su padre, lo recibió éste con mucha alegría y escuchó lo que el muchacho le contaba de sus andanzas. El joven concluyó presentándole a su burro mágico.
Salió el sastre a llamar a sus vecinos, y cuando todos estuvieron reunidos, dijo el muchacho: “Burrito de seda, dame una moneda”. Y el burro ni se movió.
Con lo cual los vecinos se fueron enfadados y burlándose del tonto sastre que todo se lo creía.
El pobre hombre volvió a su costura, y su hijo se empleó en un molino cercano.
El tercer hijo trabajó con un tornero, oficio que no llegó a dominar por lo cual decidió regresar a su casa.
Había tenido noticia de la vuelta de sus hermanos y de lo que había ocurrido, y quería estar ya en su hogar para ayudar a mantenerlo.
El tornero, que lo estimaba, al despedirse le regaló un palo.
Era una vara común metida en una bolsa, pero según le explicó su maestro, bastaba ordenarle: “¡Palo, sal del saco!, para que el palo se pusiera a bailar sobre las espaldas de quien se le pusiere a tiro.
El muchacho emprendió el camino de su casa, y varias veces tuvo que poner a prueba el palo, que siempre salió en su defensa cuando alguien lo atacaba, volviendo a meterse en la bolsa cuando él se lo ordenaba.
Y allí llegó a la posada por donde habían pasado sus hermanos.
Sabía la historia de lo que había ocurrido, y sentándose en medio de la gente, teniendo cuidado de que lo oyera el posadero, dijo:
- Hay gente que dice que tiene mesas mágicas o burros que dan oro, y mil cosas por el estilo. Pero nadie tiene nada tan maravilloso como lo que yo llevo en esta bolsa. Seguro estoy que nadie ha visto nunca nada semejante.
El posadero paró la oreja, y no quitó el ojo de la bolsa que guardaba aquel tesoro. Seguramente, pensó, son piedras preciosas. Esperó pacientemente a que llegara la noche, y con mucho cuidado se deslizó en el cuarto del muchacho. Pero el joven, sabiendo lo que iba a ocurrir, se había mantenido despierto, y apenas entró el posadero con la vieja bolsa que pensaba poner en lugar de la otra gritó:
-¡Palo, sal del saco!
Al instante, la gruesa vara salió de la bolsa y se puso a moler las costillas del posadero con tanta fuerza y rapidez, que nada podía hacer el desvergonzado para frenarlo. Hasta que al fin, tirado en el suelo rogó al joven que terminara el castigo.
Así lo prometió éste, siempre que le devolviera la mesa y el burro que había robado a sus hermanos. Y el posadero no tuvo más remedio que dárselos, porque ya había probado demasiado el sabor del palo en las costillas.
Cuando el joven tornero llegó a su casa, fue recibido con mucha alegría por su padre y sus hermanos mayores, que preguntaron qué había sido de su vida.
- Trabajé de tornero-dijo- y mi maestro me regaló este palo. Mírenlo, no es más que un palo común según parece. Nada más.
-¿Sólo eso?- exclamó decepcionado su padre, mirando aquella simple vara.
Pero el joven explicó que era un palo mágico y que con él se harían ricos. Porque gracias a él había recuperado la mesa maravillosa y el burro encantado. El sastre apenas podía creer lo que oía, pero por fin llamó a sus vecinos. Vinieron todos, y puesta la mesa en el medio, dijo el hermano mayor:”Mesa, cúbrete”, y la mesa se llenó de manjares y bebidas, y se dieron un festín. Tocó el turno al segundo hermano, que trajo a su burro y le dijo:”Burrito de seda, dame una moneda”. Y tantas escupió el burro, que todos se llevaron los bolsillos llenos.
Así fue como el sastre pudo dejar su pesado trabajo, ya que con la ayuda de sus hijos no tuvo entonces ninguna penuria. Los cuatro siguieron viviendo juntos, muy felices.

domingo, 22 de junio de 2008

Imagen El camino del héroe


TRabajo Práctico

Prácticas del Lenguaje
Trabajo Práctico. Curso: 1º 1º.
Profesor: Rafael Fagonde

La Odisea. Canto o Rapsodia 9.

La Odisea, junto a La Ilíada, representa a la excelsa literatura griega del período arcaico, con sus dioses, héroes y cuestiones humanas, que los enfrentan en aventuras y dilemas éticos y morales.
Ambas obras se le atribuyen a Homero, poeta épico que vivió ocho siglos A.C.
La Odisea está consagrada a Ulises, Rey de Itaca, hijo de Laertes y Anticlea y a su regreso a su a hogar. El héroe, tras pelear diez años contra Troya, pasó otros diez errando hasta poder retornar a su patria. Durante esos años, su fiel esposa, Penélope, esperó pacientemente noticias de él, mientras que su hijo Telémaco llegó a la madurez sin conocer a su padre. Mientras tanto, perseguido por Poseidón y protegido por Palas Atenea, Ulises fue de desgracia en desgracia, llevado por la adversa fortuna, unas veces por su propio error, otras veces por el de sus hombres, hasta que losa dioses se apenaron del valiente marino y le dejaron llegar a Itaca.
Ulises representa al ingenio, a la astucia para encontrar una salida, no duda en mentir para engañar a sus enemigos, hacerles creer cualquier patraña y salir bien parado. El fue el de la idea del caballo de Troya, que posibilitó a los aqueos a franquear los muros de Troya (Illion), para alzarse con la victoria de aquella larga guerra.
En el Canto o Rapsodia 9, Ulises narra al Rey Alcióon las peripecias sufridas por él y sus hombres, desde la partida de Troya. Narra la batalla con los Cicones, en donde varios compañeros de Ulises mueren, debiendo huir para salvar su vida y la de sus hombres.
Una tormenta imprevista se abate sobre los griegos. El viento soplará durante siete días y arrojará a la flotilla a un mar diferente del que había surcado hasta entonces. En lo sucesivo Ulises no sabrá dónde está ni volverá a encontrar pueblos como el de los Cicones, guerreros hostiles pero semejantes a él. De alguna manera cruza la frontera del mundo conocido, el oikoumenos humano, para entrar en un espacio de no humanidad, un mundo del más allá. A partir de ese momento, Ulises sólo se encontrará con seres de naturaleza casi divina como Circe o Calipso, que se alimentan de néctar y ambrosía, o de monstruos subhumanos como el Cíclope Polifemo o los Lestrigones, caníbales que se alimentan de carne humana.
Para los griegos, lo propio del hombre, que lo define como tal, es comer pan y beber vino, tener un cierto tipo de alimentación y reconocer las leyes de hospitalidad (muy importantes para la época), recibir al forastero en vez de devorarlo. El universo donde la tormenta ha arrojado a Ulises y a sus compañeros es precisamente lo contrario del mundo humano normal.
Luego de la tempestad, desembarcan en una tierra extraña. Para abastecerse de provisiones y agua, Ulises manda a varios hombres para explorar la tierra y ponerse en contacto con los habitantes del lugar. Estos son los Lotófagos (comedores de loto). Los hombres se alimentan de pan y vino. Si comen la delicada flor del loto, se olvidan de todo, no recuerdan su pasado. Dejan de vivir como los hombres, con el recuerdo de su pasado y la conciencia de quiénes son.
Al regresar con Ulises, sus hombres no recuerdan quiénes son, y no quieren abandonar esa tierra. El héroe los tomará por el cuello, y obligándolos a embarcar abandonarán esa tierra, que es el país del olvido.
A lo largo de todo el viaje, en cada momento el olvido, la pérdida de memoria de la patria y el deseo de regresar serán el trasfondo de todas las aventuras de Ulises y sus marinos. Estar en el mundo humano significa vivir bajo el sol, ver al prójimo y ser visto por éste, vivir en reciprocidad, recordar quién es uno y quiénes son los demás. Allí, por el contrario, penetran en un mundo donde las potencias nocturnas, extenderán gradualmente su sombra siniestra sobre el héroe y sus hombres.
La isla de los lotófagos queda atrás. Una bruma envuelve la nave, los remeros no saben hacia donde se dirigen. Finalmente llegan a un islote desconocido. La isla está rematada por un promontorio donde habitan esos gigantes monstruosos, que tienen un solo ojo en medio de la frente: Los Cíclopes. Su nombre proviene de kyklos (círculo) y ops (ojo). Independientes de toda ley, vivían de los frutos que les daba la tierra sin cultivo, y eran pastores.
Ulises deja al abrigo de una caleta el navío y con doce hombres asciende a la cima de la colina. Entran en una enorme cueva, donde descubren canastos con quesos y majadas de cabras. Los compañeros de Ulises sólo quieren robar algunos quesos y huir, pero él no. Quiero conocer al habitante del lugar. Ulises no sólo es el hombre que debe recordar, también aquel que quiere ver, conocer y experimentar todo lo que pueda ofrecerle el mundo, inclusive ese mundo infrahumano al cual ha sido arrojado. Su curiosidad siempre avanza un poco más allá, y en esta situación ella puede destruirlo. Llega el Cíclope, con sus cabras y corderos, y entran a la cueva. El cíclope es enorme. Al principio no advierte a estos hombrecillos como pulgas, ocultos en los rincones de la cueva, temblando de miedo.
De golpe los descubre y le pregunta a Ulises, que se ha adelantado a los demás
-¿Quién eres?
El griego responde con mentiras:
- He perdido mi nave, naufragamos, estoy a tu merced y vengo a implorar tu hospitalidad.
El Cíclope responde que no le interesan sus historias, toma a dos de sus hombres, los arroja contra la roca, los destroza y se los come crudos. Los demás quedan paralizados de terror y Ulises se pregunta en qué situación se ha metido. No pueden huir, ya que el monstruo cerró la boca de la cueva con una piedra gigantesca. Al día siguiente, el cíclope devora a cuatro de sus hombres, dos por la mañana y dos por la noche. Ulises ha tratado de engatusarlo con palabras, y entre los dos se establece una suerte de hospitalidad. Para crear una situación de hospitalidad, es habitual que cada uno diga al otro quién es, de dónde viene, quienes son sus padres y cuál es su patria. El cíclope se llama Polifemo. Ulises se presenta como Outis (nadie)
Outis, Nadie- exclama Polifemo. Ya que eres nadie, te comeré a lo último. Ulises le devuelve la cortesía obsequiándole un vino dulce, regalo del sacerdote Marón.
Luego de beber varios odres, el gigante se duerme. Ulises y sus hombres, tallan una punta en un gran tronco de olivo, lo calientan al rojo vivo en la hoguera, y se lo clavan en el único ojo del cíclope. Este, aullando de dolor, ciego, exclama ¡ Me están matando, nadie me está matando! Los cíclopes vecinos, que vive cada uno en un lugar distinto, se acercan alertados por los gritos.
- Polifemo ¿Qué te ocurre?
- Nadie me está matando.
- Pero si nadie te está matando ¿Por qué nos fastidias con tus gritos?- y se van.
Con otro truco de Ulises, logran salir de la cueva bajo los vientres de los carneros del gigante. Descienden por las laderas hasta alcanzar el barco. Sueltan amarras, y se alejan de la costa.
Ulises no puede resistir el placer de la jactancia y la vanidad, le grita a Polifemo:
Cíclope, si te preguntan quién te ha cegado, diles que fue Ulises, hijo de Laertes, Ulises de Itaca, saqueador de ciudades, vencedor de Troya, Ulises fecundo en ardides.
Naturalmente, quien escupe contra el viento se moja la cara. Porque el cíclope es hijo de Poseidón, el gran dios de todas las olas. El gigante herido lanza una maldición solemne contra Ulises, que sólo es válida si se indica el nombre de su destinatario. Si hubiera dicho “nadie”, tal vez la maldición hubiera quedado sin efecto, pero el cíclope revela el nombre de Ulises a Poseidón y clama por venganza: que Ulises no pueda volver a Itaca sin padecer mil sufrimientos, sin perder a todos sus camaradas y su nave, como un náufrago solitario y extraviado. Si alguna vez ha de volver a su patria, que lo haga como forastero, sobre un navío ajeno, no como el navegante que hace su regreso esperado al hogar en su propia embarcación. Al cegar al cíclope, dejándolo en la oscuridad, el dios del mar le hará recorrer a Ulises la ruta de todo lo que es nocturno, oscuro y siniestro.


Cuestionario:

1) En la versión de Ana María Shua ¿Quién es el narrador?
2) ¿Qué ocurre luego de la batalla con los Cicones?
3) La curiosidad de Ulises desencadena una fatalidad ¿Cuál?
4) ¿Por qué el marino se presenta como alguien llamado Nadie?
5) ¿Qué maldición lanza el cíclope?
6) ¿Qué dioses intervienen en el destino de Ulises y sus hombres?
7) Por último, elabora una reflexión personal acerca del Canto 9.

Planificación Anual Prácticas del Lenguaje. 1º 1º ESBT

Planificación Anual para 1º 1º ESBT. Marzo 2008

Fundamentación:

Cuando se usa el lenguaje se pone en juego una actividad comunicativa, cognitiva y reflexiva. Por medio de éste, todos participan de la vida social y a su vez construyen su individualidad, expresan sus ideas, defienden sus derechos, discuten con los demás, entablan relaciones afectivas, trabajan, influyen sobre los otros, se informan y organizan sus pensamiento.
Hoy en día, el lenguaje no puede ser tomado como una cosa homogénea y estable. Como hecho social, tiene complejos matices y variaciones. Dichas variaciones y colores propios se muestran en nuestros alumnos. Alumnos de 1º Año de la ESB que traen consigo las representaciones del mundo propias y de su entrono social mediato e inmediato.
En tiempos en que la comunicación es inmediata, vía Internet o celular, con su propia codificación, debemos como docentes de Práctica del Lenguaje adaptarnos a esa realidad, y a la vez mostrarles formas quizás más normalizadas pero en vigencia. Las prácticas del lenguaje se constituyen sobre determinadas reglas particulares que nacen de usos y costumbres, es decir, de la historia que tiene un discurso. Las formas más o menos estables que han adquiridos los géneros son históricas, así como su forma de leerlos es, además de histórica, social.
La multiplicidad de producir e interpretar textos es infinita. Por tal motivo, los alumnos deben aprender las formas más estandarizadas que les permitan interactuar en distintos ámbitos.



Propósitos generales:

Se desarrollará a través de las estrategias referidas en el Diseño Curricular para la Educación Secundaria 1º Año lo siguiente:
° Internalizar las prácticas del lenguaje en los ámbitos de la literatura, de estudio y de la formación ciudadana.
° Disposición, participación y colaboración en clase y fuera de ella. Fomentar un clima de trabajo comprometido, interdisciplinario, con respeto hacia el Acuerdo Institucional de Convivencia y de las normas de la institución.
° Desde los tópicos pertinentes del área, los alumnos deberán poner en práctica producciones de discursos escritos y orales, intercambiando y socializando sus creaciones.


Expectativas de logro:

Se pretende que al finalizar el ciclo lectivo las alumnas y los alumnos logren:

° Leer utilizando diversas estrategias.
° Escribir utilizando y respetando las convenciones ortográficas más usuales.
° Interpretar información de distintos medios de comunicación, en distintos soportes.
° Leer, comprender y analizar distintas topologías textuales.
° Establecer la intertextualidad de los textos leídos con la vida cotidiana.
° Reflexionar acerca de los valores en la literatura.


Estrategias didácticas:

Para trabajar ciertos aspectos específicos, características y reglas propias de la lectura, oralidad y escritura se implementarán las siguientes estrategias didácticas:

En la lectura:

° En la medida de lo posible, se trabajará con textos, no con fotocopias, dados por el docente y con los aportes que las alumnas y alumnos sugieran o realicen.
° Lectura en voz alta por parte del docente, mostrando las adecuadas estrategias del lector adulto.
° Lectura de diversos textos, encuadrados en diversas situaciones comunicativas.
° Lectura individual y grupal en voz alta. Se tratará de vencer la resistencia y la falta de práctica con actividades amenas, superando las dificultades.
° Lectura funcional. Hipotetizar, anticipar, verificar, releer, resumir.
° Lectura individual silenciosa, para favorecer la concentración y las interpretaciones personales y de comprensión.


En la escritura:

° Crear borradores de trabajo en la escritura, para corregir la producción respetando cuestiones del lenguaje: normativa, sintaxis, coherencia y cohesión.
° Producción de textos diversos, según distintas situaciones comunicativas.
° Reflexión, y observación de textos modélicos con el propósito de descubrir características, géneros y formatos.
° Intervención del docente en la corrección de los textos individuales. Presentación adecuada de los textos: legibilidad, ortografía y adecuado uso de la norma.
° En lo gramática apuntar a una reflexión metalingüística que oriente y muestre las distintas estructuras sintácticas, semánticas y morfológicas propias de cada tipo textual.
° En lo ortográfico, desde la etapa diagnóstica se despejarán dudas y se reforzarán las reglas necesarias para las producciones orales y escritas.


En la oralidad:

° Reconocer la lengua estándar. Cronolectos y sociolectos en diversas lecturas.
° Utilizar léxico pertinente. Agregar vocablos: uso de sinónimos. Utilización del diccionario en clase.
° La dicción en poesía, cuentos cortos, relato de mitos.


Contenidos:

Las prácticas del lenguaje han sido agrupadas en tres ejes que suponen tres ámbitos de uso del lenguaje: Prácticas del Lenguaje en el ámbito de la literatura, Prácticas del Lenguaje en el ámbito del estudio y Prácticas del Lenguaje en el ámbito de la formación ciudadana.
Los contenidos se desarrollarán desde enfoques globalizadores.



























La literatura, el estudio y la formación ciudadana





Texto ficcional. El cuento. Las partes del mismo. El tema. Los personajes. El narrador. Tipos. Producciones propias: cuentos de terror.
La novela como especie literaria. Estructura clásica y otras contemporáneas. Autores. Lectura de fragmentos de novelas.
Repaso: reglas de acentuación, palabras graves, agudas esdrújulas y sobreesdrújulas. Tilde diacrítica.


El estudio y formación ciudadana





Estrategias de lectura. Idea principal y secundaria, tema y rema. Ejemplos sobre cuentos y novelas. Lectura en voz alta. Tonos.
Planos semánticos, morfológicos y sintácticos de las clases de palabras. El adjetivo y el sustantivo.
La literatura, el estudio y la formación ciudadana.




Mitos y leyendas universales y americanas. El camino del héroe.
Origen del teatro en Grecia. Lectura en voz alta: interpretación, fluidez y nitidez. El contexto histórico de la obra. Lectura modelo y compartida. Ideas principales y secundarias.
El estudio y la formación ciudadana.





La reseña. Estructura. Coherencia y cohesión. Resumen. Cuadros comparativos. Uso de los pronombres. Persona y número de los verbos. Tiempos verbales del modo indicativo. Verbos regulares e irregulares. Correlaciones verbales. Tiempos en la narración. Sujeto: modificador directo, modificador indirecto, aposición y construcción comparativa.
La literatura, el estudio y la formación ciudadana.





El texto teatral. El conflicto. Puesta en escena. Los modificadores del verbo. Lectura e interpretación teatral. Análisis y reflexión de conflictos. El cuadro comparativo
El estudio y la formación ciudadana.





El texto instructivo. Organización gramatical. Oraciones, conectores, verbos. Búsqueda y lectura: reglamentos, recetas, instrucciones de armados de piezas mecánicas. La noticia. Medios masivos de comunicación: diario, semanario, Internet. Interpretación de los mensajes. Uso de diccionario y manuales de la biblioteca.
Bibliografía





Primer Trimestre: Selección de cuentos.
Segundo Trimestre: Vernaunt Jean Pierre, “Érase una vez: el universo, los dioses, los hombres”Fondo de Cultura Económica, 1999
La posada de las dos brujas, El copartícipe secreto, Conrad Joseph, Estrada, Buenos Aires, 2004
Tercer Trimestre: Otra vuelta de tuerca, James Henry, Anaya, Buenos Aires, 2004


Evaluación:

La evaluación será procesual. Se tomará en cuenta los logros en los aprendizajes, la superación de las propias dificultades, y la transferencia a nuevos problemas de lo adquirido en la tarea cotidiana del aula.
Se tendrán en cuenta las siguientes pautas:
° Una evaluación al finalizar la etapa diagnóstica. Se observará la predisposición grupal e individual para el aprendizaje, ajustando las estrategias didácticas.
° Una evaluación en proceso, que incluirá el trabajo del alumno durante la clase, la apropiación de los contenidos y la resolución de los trabajos prácticos. La oralidad y el desempeño escrito serán tenidos en cuenta: uso de las normas ortográficas, coherencia y cohesión, buena presentación de la producción escrita.
° Evaluación escrita al término de cada trimestre. Sólo será evaluado los aprendizajes dados en clase, y no los propios de la investigación de los trabajos prácticos.
° Se espera y propende un clima de trabajo respetuoso, en donde se respeten las ideas y las opiniones de los alumnos, expresadas con buena argumentación y fundamentación.



Recursos:

Pizarrón, láminas, libros, DVD, música, mapas, material periodístico, revistas de historietas, fotocopias, uso de Internet, guías de investigación.


Bibliografía:

Barrenechea Ana, Las clases de palabras en español como clases funcionales, Paidós, Buenos Aires, 1986.
Antología de cuentos del docente.
Cassany D. y Otros, Enseñar lengua, Grao, Barcelona, 1996
Jean Pierre Vernant, Érase una vez… El universo, los dioses, los hombres, Fondo de Cultura Económica, México, 1999
Sófocles, Antífona, Edipo Rey, Ediciones Clásicas, Buenos Aires, 1996
Selección de textos instructivos, material periodístico.
James Henry, Otra vuelta de tuerca, Anaya, Buenos Aires, 2004
Conrad Joseph, La posada de las dos brujas, El copartícipe secreto, Estrada, 2004
Revista El Péndulo, Ediciones de la Urraca, Buenos Aires, Nº 4, Octubre 1981
Cuentos para seguir creciendo, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, EUDEBA

La casa de Asterión, Jorge Luis Borges


Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno que otro, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Loas enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado eso juegos, también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, la casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris, he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor, Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.

El mito de Teseo y el Minotauro

El mito de Teseo y el Minotauro

Teseo era hijo del Rey de Atenas, Egeo. Esta ciudad padecía por entonces una gran penuria anunciada ya por el oráculo.
Minos, el Rey de Creta, había vencido a los atenienses en una guerra y les había impuesto un castigo terrible. Cada siete años, los habitantes de Atenas debían enviar a siete jóvenes y a siete doncellas para ser devoradas en Creta por el Minotauro.
El Minotauro era un terrible monstruo, con cuerpo fuerte de hombre y cabeza de toro, y se alimentaba de carne humana. Tal era su ferocidad, que el Rey Minos encargó al famoso arquitecto Dédalo, la construcción de un complejo laberinto, al cual se podía entrar, pero no salir.
Atenas pagó tres veces el sangriento tributo, pero a la cuarta vez, Teseo se ofreció como voluntario entre los siete jóvenes, para acabar con él.
Preocupado, su padre Egeo le pidió.
- Teseo, hijo bienamado, que los dioses te protejan. La nave que te conduce lleva velas negras. Cuando regreses vencedor del Minotauro, cámbialas por velas blancas. De ese modo, a la distancia, conoceré la noticia de tu victoria.
Teseo prometió a su padre que así lo haría, y zarpó en una nave junto a los otros jóvenes rumbo a Creta.
El poderoso Rey Minos recibió a los atenienses. Deseaba conocer al joven Teseo, de cuya valentía había oído hablar. Para impresionarlo, le dijo de modo burlón mientras arrojaba al agua su anillo:
- Me han dicho, Teseo, que el dios Poseidón te tiene bajo su protección. Si es cierto, díle que te ayude a recuperar ese anillo.
Teseo le respondió:
- Demuestra tú primero que el mismo Zeus, padre de todos los dioses, te tiene bajo su protección.
Zeus, que realmente era protector de Minos, no se hizo esperar: arrojó desde los cielos rayos y truenos que iluminaron el mar, levantando olas gigantescas que sacudía la nave donde estaba Teseo.
El héroe se arrojó al mar. Allí, el dios Poseidón lo recibió con alegría. Estaba sentado sobre un carro de oro y joyas tirado por bellas ninfas marinas. A un leve gesto del dios, un pez azulino velozmente recuperó el anillo del fondo del mar. Segundos después, Teseo emergió del mar con el anillo en una de sus manos y frágiles estrellas en la otra.
Los atenienses debieron esperar al día siguiente para combatir con el Minotauro.
En la noche, Ariadna, la joven hija de Minos, impresionada por la hazaña de Teseo, se acercó hacia él, deslumbrada por su belleza.
- Valeroso Teseo, podrás vencer a la bestia con tu valor y tu espada, pero nunca lograrás salir del laberinto. Te entrego este ovillo de hilo mágico. Ata la punta a la entrada del laberinto y consérvalo en tu mano. El hilo se irá desenrollando cuando avances por los corredores del laberinto. Cuando desees regresar, te bastará seguir el hilo para encontrar la salida.
A la mañana siguiente Teseo entró primero en el laberinto. En una mano llevaba la espada de su padre, en la otra el ovillo de Ariadna.
Desde lejos escucho el bramido de fuego del Minotauro, pero sólo se enfrentó con él después de llegar al centro mismo del laberinto.
El combate duró largas horas. La bestia arremetía contra el joven, clavándole sus cuernos, y golpeándolo con fuerza sobrehumana. Teseo resistió los golpes y las heridas. Cuando logró separarse del animal, tomó fuerzas, se lanzó contra él con la espada en alto y le atravesó el corazón. El Minotauro cayó muerto sin exhalar ni un suspiro.
Teseo siguió el hilo de Ariadna para hallar la salida. Ella y los jóvenes y las doncellas atenienses que se habían librado de una muerte horrible abrazaron al Héroe. Sigilosamente, subieron a bordo de la nave y esa misma mañana huyeron hacia Atenas. Ariadna viajaba junto a Teseo.
Al llegar a la isla de Naxos, algo interrumpió su felicidad. Dionisio, uno de los dioses del Olimpo, vio a la princesa y deseó inmediatamente casarse con ella. La joven se despidió de Teseo llorando.
Los atenienses siguieron viaje sin dejar de festejar la victoria sobre el Minotauro. El recuerdo de la partida de Ariadna hizo olvidar a Teseo la promesa hecha a su padre. La nave avanzaba hacia Atenas con las negras velas desplegadas. Desde el borde de un barranco, Egeo divisó el navío. Su alma se estremeció de dolor al pensar que su amado hijo había muerto en Creta. No pudiendo soportar la pena, Egeo se arrojó al mar, a ese mar que baña las costas de Grecia y que, desde entonces, lleva su nombre.
Al desembarcar, Teseo se enteró de la muerte de su padre. En medio de la tristeza, Teseo fue proclamado Rey de Atenas. Fue un Rey bueno y justo, pero su reinado estuvo coronado de luchas y tragedias, como su vida, signada desde su nacimiento por la gloria y la sombra de la desgracia.


Adaptación de Rafael Fagonde

La mitología griega

Introducción:

La mitología griega:


Se da el nombre de mitología griega al conjunto de relatos maravillosos y de leyendas de toda índole cuyos textos y monumentos representados nos muestran que circularon en los países de lengua griega, entre los siglos IX u VIII antes de nuestra era, época a la cual nos remiten los poemas homéricos, y el fin del “paganismo”, tres o cuatro siglos después de Cristo. Hay una inmensa materia, difícil de definir, de orígenes y caracteres muy diversos, que resulta haber desempeñado y desempeña todavía un papel considerable en la historia espiritual del mundo.
Todos los pueblos, en un momento de su evolución, se han procurado leyendas, es decir, relatos maravillosos a los que le han dado crédito por tiempo- al menos en cierto grado-. La mayoría de las veces, las leyendas pertenecen al dominio de la religión porque hacen intervenir fuerzas o seres considerados superiores a los humanos. Puesto que cada una de las acciones del héroe cuyas hazañas se relatan es creadora y acarreadora de consecuencias por las que se resiente el Universo entero, las leyendas se presentan entonces como un sistema, más o menos coherente, de explicación del mundo. A este tipo pertenecen los grandes poemas épicos religiosos de la literatura de La India.
En otros países el elemento épico es el que predomina. Sin duda, los dioses no están ausentes del relato donde su acción es apreciable, pero la génesis del mundo no se pone por ello en entredicho. El héroe se contenta con dar grandes golpes de espada, idear artimañas memorables (como Ulises con el Cíclope Polifemo), realizar viajes por países lejanos (Teseo contra el Minotauro), y aunque sobrepase la medida humana, sigue siendo de la misma esencia que la humanidad. A este tipo pertenecen sobre todo los ciclos legendarios de los celtas (el ciclo del Rey Arturo). También en otros lugares los relatos del mito han terminado perdiendo casi todo carácter maravilloso y se ocultan bajo la apariencia de la historia.
El mito en Grecia, participa de todas estas clases. Tan pronto se tiñe de historia, y sirve de título de nobleza a las ciudades o a las familias como se transforma en epopeya. Otras veces viene a recalcar o a explicar las creencias y los ritos de la religión. Ninguna de las funciones que, en otros lugares asume la leyenda, le es extraña. Pero aún hay más. La palabra griega que lo designa se aplica a cualquier historia que se pueda relatar, tanto el argumento de una tragedia o la intriga de una comedia como el tema de una fábula de Esopo. El mito se opone al logos como la fantasía a la razón, como la palabra que narra a la que demuestra. Logos y mithos son las dos mitades del lenguaje, dos funciones igualmente fundamentales de la vida del espíritu.
El mito no tiene un fin en sí mismo. Se cree en él o no, a capricho, por un acto de fe, si se le juzga “bello” o verosímil, o simplemente si se desea creer en él. El mito atrae así en torno suyo toda la parte irracional del pensamiento humano: está, en la naturaleza misma, emparentado con el arte en todas sus creaciones.
Para el griego, el mito no conoce fronteras. Se insinúa en todas partes. Es tan esencial para su pensamiento como el aire o el sol para su vida misma.

Presentación del blog

Este blog, como un bifronte griego tiene dos objetivos. Por un lado ser presentado ante las Cátedras de Didáctica (Prof. Ulzurrun) y Educación, Ciencia y Tecnología (Prof. Kapp), como trabajo final del Primer Año del Tramo de Formación Pedagógica para Profesionales y Técnicos.
Por el otro, ser utilizado como una novedosa herramienta para las clases de Prácticas del Lenguaje, que dicto en el 1º 1º ESB de la Escuela Técnica Nº 1 Julio A. Roca, en la ciudad de Miramar.
En este espacio, los alumnos encontrarán información adicional para las clases que ya he dado, y actividades para las siguientes. Espero que sea otra herramienta útil. Lo único que distingue de un hombre a otro es lo que sabe.
Prof. Rafael R. Fagonde